La
imagen llamativa seleccionada es la de la celebración de un gol anotado por
Gonzalo Higuaín. En la primavera de 2009, un disparo desde fuera del área
llevaba el delirio al estadio Santiago Bernabéu. En menos de 10 minutos, el
Real Madrid remontaba un partido repleto de alternativas y polémicas frente al
Getafe. La agónica victoria le permitía al equipo entonces entrenado por Juande
Ramos continuar con su intento de remontada frente al Barcelona.
Análisis
denotativo:
Dos
rayos de luz iluminan al héroe. La expresión del delantero argentino celebrando
su gol irradia gloria; por detrás de él algún compañero del Madrid se acerca y
la muchedumbre que llena el estadio celebra extasiada el tanto. Un elemento que
contiene mucha carga simbólica son los brazos: el jugador los alza al cielo, la
luz se queda en medio del espacio que queda entre las dos extremidades.
Los
colores predominantes son el blanco de la vestimenta del futbolista, el verde
del césped y los tonos oscuros de la grada. Es significativo que la figura
sobre la que recaen los rayos de luz vaya vestida de blanco, color asociado a
lo celestial, a lo divino. El deportista receptor de toda la atención no interactúa
con sus compañeros, los rivales o los aficionados. Higuain se relaciona
con un efecto luminoso.
Análisis
connotativo:
La
imagen transmite alegría, euforia, pasión, felicidad, emoción. La viveza de los
colores añade trascendencia a un acontecimiento que posteriormente fue olvidado
(la imagen más recordada de aquel partido, fue la agresión –patada en la cabeza
incluida– de Pepe a Casquero). Sin embargo, la afición madridista vio en ese
instante un motivo, un reflejo, de esperanza; la Liga era posible.
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